Se ha demostrado que el virus SARS-CoV-2 está presente en la saliva, así como en las glándulas salivales, y que por lo tanto este es uno de los mecanismos claros de transmisión. De hecho, en estudios recientes se ha descubierto una mayor concentración en la saliva que en la mucosa de la orofarínge. Sin embargo, se ha detectado que para el contagio no es necesario un contacto directo con la saliva de la persona contagiada, sino que también nos podemos contagiar por vía aérea a partir de las microgotas y aerosoles (<5 micras) generados al estornudar, toser o incluso hablar. Estos pueden trasladarse por el aire, e incluso mantenerse allí, por un espacio de tiempo prolongado, según otros estudios.
Lo que caracteriza al SARS-CoV-2 frente a otros virus, como por ejemplo el de la gripe estacional (el virus influenza), es su alta capacidad de replicación, es decir, de multiplicarse una vez infecta a la célula, y además hacerlo en un corto periodo de tiempo. Por este motivo, su tasa de infectabilidad aumenta y lo hace altamente contagioso.
Desde un inicio se identificó que este virus no se inactivaba con clorhexidina al 0,2%, principio activo utilizado extensamente en los colutorios orales, pero que en cambio sí lo hacía con dos productos más conocidos aún. Estos eran el peróxido de hidrógeno, o más comúnmente, el agua oxigenada al 1%, y la povidona yodada al 2%. Según datos actuales, la potencia oxidativa de ambos principios activos destruye, entre otras estructuras, las dobles cadenas de enlaces lipídicos de las membranas de bacterias y virus, incluidas las del SARS-CoV-2.
Esto sugiere que el enjuague y gárgaras con agua oxigenada al 1% durante 30 segundos puede disminuir de una manera efectiva la carga viral presente en la saliva y tejidos de la boca, mucosas, encía y tracto orofaríngeo. Así, dentro de los protocolos de tratamiento del paciente en la clínica dental, se recomienda la utilización de alguno de estos productos como enjuague oral antes de cualquier procedimiento.
Si bien es cierto que no hemos encontrado estudios que defiendan su uso de manera generalizada entre la población, cabe pensar que podría ser una manera de disminuir el riesgo de contagiar de la persona ya infectada. Por ahora, su uso está estrictamente ligado a situaciones de riesgo como pueden ser manipulaciones del tracto orofaríngeo o la cavidad oral, que sería el caso de las clínicas odontológicas.
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