De mejor a mucho mejor. La búsqueda e investigación en nuevos biomateriales y compuestos para la restauración dental ha derivado en materiales más fuertes y durables, además de optimizar su función estética. Se trata de elementos biocompatibles, que se integran con los tejidos blandos circundantes y generan una mayor aceptación del cuerpo. En consecuencia, reacciones alérgicas o posibles rechazos como los que podían provocar antiguos componentes metálicos van quedando atrás.
Hasta el momento, el titanio sigue siendo el material más usado en implantología dada su alta biocompatibilidad y las mejoras que ha significado en relación a sus predecesores. Es cierto que es altamente resistente al ataque químico, ligero, y cuenta con una alta constante dieléctrica, entre otras propiedades físicas.
No obstante, los estudios más recientes ofrecen aún más margen de progreso.
El zirconio acelera el ritmo
Uno de los avances más significativos ha sido la incorporación del zirconio para realizar la parte protésica de los implantes, es decir, los dientes. A simple vista, permite apreciar una de las ventajas respecto al titanio: se trata de un material blanco. Por lo tanto, en caso de que la encía se retraiga evita ofrecer colores grises en la parte unida a la encía. A su vez, aporta mayor biocompatibilidad con las encías que los metales clásicos, como el cromo y el cobalto.
Las investigaciones hasta la fecha habían concluido que los posibles materiales para sustituir el titanio (como porcelanas o hidroxilapatita) eran demasiado frágiles o no eran biocompatibles. Pero el zirconio, usado anteriormente en sectores tecnológicos punteros, es altamente estable y duradero, además de 0% tóxico. Tiene una resistencia excelente a los cambios de temperatura, así como al efecto corrosivo de los ácidos, y conlleva una osteointegración muy similar a la del titanio.
Tantalio, innovación en forma y contenido
A pesar de que la tasa de éxito de los implantes ya es muy alta, la ciencia y la tecnología siguen creando nichos de evolución. La llegada del tantalio no solo supone otra posibilidad más en cuanto a opciones materiales, sino que sus propiedades permiten cambiar la estructura del implante y romper con el tradicional diseño de rosca para su fijación. Esta diferencia respecto a los anteriores significa una notable mejora para la osteintegración.
El tantalio, metal de transición azul grisáceo, permite crear estructuras reticulares, estableciendo una sistemática red de poros abiertos e interconectados. Este innovador diseño aumenta la capacidad de sujeción en el anclaje al hueso y facilita su crecimiento.
Por lo tanto, resulta especialmente eficaz en intervenciones de carga inmediata con falta de hueso.
Vidrio bioactivo, el futuro
Aún está en fase de estudio, pero el vidrio bioactivo resulta muy prometedor para la implantología dental. Se trata de un vidrio triturado (compuesto de óxido de silicio, calcio y fósforo) utilizado anteriormente en tratamientos de curación ósea. Los datos muestran una mejor respuesta biológica, lo que implicaría una mejora de la salud bucal.
Así, su introducción proporcionaría a los dientes afectados los minerales perdidos a causa de la caries. Este material ofrece gran resistencia a las bacterias bucales, y es a la vez duro y rígido. Todo indica pues que los empastes serían todavía más duraderos.
Caminando hacia los nanomateriales
La carrera para la llegada de nanomateriales ya ha empezado. De hecho, nanopartículas de cerámica han sido utilizadas en resinas para la recuperación del diente. Los nanomateriales a base de diamante o zafiro han demostrado ser veinte veces más duros que los materiales cerámicos utilizados actualmente. Este podría ser un avance contundente tanto a nivel de durabilidad como de propiedades estéticas. De todos modos, aún es necesario desarrollar más estudios clínicos sobre sus efectos a largo plazo.