Cómo mejorar tus hábitos de higiene bucodental

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La clave de una correcta higiene bucodental, además de la técnica y los materiales, es la constancia. Pero a veces, ante algún cambio en el estado de nuestra boca, como por ejemplo si nos hemos puesto un implante o hemos desarrollado una enfermedad periodontal, tenemos que cambiar los hábitos de higiene que teníamos arraigados o incorporar alguno nuevo a nuestra rutina. Y esto, aunque no lo parezca, suele ser difícil.

Por suerte, en este vídeo BJ Fogg, experto en comportamiento humano que imparte clases sobre la materia en la Universidad de Stanford, nos muestra de forma práctica cómo introducir cambios en nuestro comportamiento. Os dejamos el vídeo y un resumen de las ideas principales. El secreto para cambiar un comportamiento es no querer hacer grandes cambios, sino cambiar pequeños hábitos cada vez. Olvídate de los grandes cambios.

Lo primero que debemos hacer para que el hábito que queremos cambiar se fije es celebrarlo cada vez que realizamos la acción. Una pequeña felicitación mental, una palabra de ánimo, un baile frente al espejo… Cualquier reacción que nos haga sentir que hemos conseguido nuestra meta, por pequeña que sea.

Debemos tener presente que cambiar un hábito no es tan complicado como la gente piensa, se trata de que seamos sistemáticos.

Si hablamos de los hábitos relacionados con la salud, debemos centrarnos en el hábito que lleva al resultado, no en el resultado en sí. Por ejemplo, si queremos tener una boca más limpia y sana, debemos centrarnos en pasarnos el hilo dental cada día. Este debe ser nuestro foco.

Para cambiar un comportamiento hacen falta tres elementos: un cierto grado de motivación, la capacidad para hacerlo y un detonante. Si el cambio es difícil a nivel de capacidad (pensamos que nos costará hacerlo), necesitaremos un nivel de motivación alto; pero si la tarea que queremos llevar a cabo la consideramos fácil, no requeriremos de demasiada motivación.

¿Y qué podemos utilizar como detonante? Lo más efectivo es utilizar otro hábito ya existente, y ubicar el nuevo hábito justo después. Así, el hábito existente funcionará como detonante del nuevo hábito. Por ejemplo, si tenemos que pasarnos el hilo dental, podemos hacerlo justo después del cepillado, un hábito que ya tenemos adquirido.

Los pequeños nuevos hábitos se harán cada vez más fáciles con el tiempo. Simplemente debemos tener en cuenta que «si plantamos una semilla en el lugar adecuado, crecerá sola».

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