El tabaco es un hábito que se encuentra todavía demasiado arraigado, a pesar de sus perjudiciales consecuencias para la salud. Aunque, según un informe de la OMS, la Organización Mundial de la Salud, las políticas de control del tabaco han aumentado de forma drástica en los últimos años, en general la percepción es que se desconocen los efectos reales y su alcance.
Aunque el tabaco afecta negativamente a la salud en general, en este post nos centraremos en sus efectos en la salud bucodental. Nuestra boca es esencial en nuestro día a día: La utilizamos para comer, beber, sonreír, hablar, besarnos, reír… Pero a menudo no nos preocupamos lo suficiente por cuidarla hasta que surge algún problema de salud evidente.
Respecto al tabaco, lo más habitual es que los pacientes se preocupen más por los efectos estéticos, ya que son los más visibles, como las manchas de nicotina o el color amarillento que provoca el consumo continuado en los dientes.
Pero los efectos nocivos del tabaco en nuestra salud bucodental van mucho más allá. Te explicamos cuales son los principales.
1. Mal aliento
Algunos componentes del tabaco, como la nicotina y el alquitrán, se adhieren a las mucosas y dientes al pasar el humo por la cavidad bucal, con lo que el olor del tabaco permanece en la boca durante un tiempo. Además, estos componentes también alteran el equilibrio bacteriano de nuestra boca y la resecan, lo que favorece la halitosis o mal aliento.
2. Alteraciones en el color de los dientes
Uno de los efectos más conocidos del tabaco es el color amarillento y las manchas que provocan la nicotina y el alquitrán en el esmalte dental. Aunque en un estado inicial esto se puede corregir con un blanqueamiento dental, con el paso del tiempo y el consumo continuado de tabaco las manchas pueden llegar a ser muy difíciles de eliminar. Y no es solo una cuestión estética: Las personas con los dientes manchados o amarillentos suelen tener problemas de confianza a la hora de hablar, sonreír y reír con normalidad, lo que afecta a su autoestima.
3. Caries
Los componentes del tabaco alteran la flora bucal que nos protege de la caries, con lo que nuestro esmalte dental queda más expuesto a sus efectos. Además, la sequedad bucal o xerostomía provocada por el tabaco hace que los componentes nocivos permanezcan más tiempo en la boca, ya que una de las funciones de la saliva es «arrastrar» los residuos de la boca y limpiarla.
4. Disminución del sentido del gusto
El tabaco altera las papilas gustativas, lo que afecta al sentido del gusto en personas fumadoras. Esta pérdida de sentido del gusto no solo se traduce en un menor disfrute de los alimentos y bebidas, sino que por ejemplo suelen encontrar las comidas sosas, con lo que suelen consumir más sal que una persona no fumadora, lo que conlleva riesgo de hipertensión, entre otros.
5. Reducción de la capacidad de cicatrización
La disminución de las defensas y del riego sanguíneo en la boca afectan a nuestra capacidad de cicatrización, con lo que ante una intervención de extracción o de implantología corremos mayor riesgo de infección, ya que tardamos más en cicatrizar la herida, e incluso de fracaso de los implantes.
6. Mayor riesgo de enfermedades periodontales
El principal riesgo con las enfermedades periodontales y el tabaco es que no parecen tan graves, con lo que se tarda más tiempo en detectarlas. Esto es debido a que el tabaco disminuye el riego sanguíneo de las encías, por lo que parecen menos inflamadas y sangran menos (el síntoma que suele hacer saltar las alarmas de un problema gingival). Así, es muy probable que se detecte la enfermedad en un estado más avanzado. Además, el tabaco triplica el riesgo de sufrir una enfermedad periodontal, ya que disminuye el aporte de defensas del sistema inmunológico para hacer frente a la infección de las bacterias.
7. Cáncer oral
El tabaco contiene sustancias cancerígenas que aumentan el riesgo de sufrir cáncer bucal. De hecho, según la OMS, el tabaco y el alcohol son dos factores causales importantes en esta enfermedad, debido a los cambios químicos que estas sustancias, ingeridas de forma continuada, pueden llegar a provocar en la cavidad bucal. Una autoexploración de la boca buscando pequeñas heridas o úlceras que no curan debajo de la lengua, en los labios o en el paladar es muy recomendable en los pacientes con factores de riesgo.
Es decir, que los efectos del tabaco en nuestra boca pueden ser mucho más serios de lo que se suele pensar, y van más allá de la estética. Por eso, desde Ahoa recomendamos en primer lugar a las personas fumadoras que busquen ayuda profesional para dejar de fumar y, en cualquier caso, que acudan a su dentista de confianza con frecuencia, cada 6 meses, para evaluar el estado de salud de su boca, especialmente de los tejidos blandos (lengua, suelo de la boca, labios y paladar blando). A pesar de que no se tengan síntomas evidentes de ningún problema, pensad que muchas veces la enfermedades de la boca son de las llamadas «silenciosas».